He aquí un artículo de mis archivos sobre mi uso del judo contra unos bravucones en 1968. Recuerdo muy bien este incidente, que me cambió la vida. Varios profesores de la escuela secundaria a la que asistía lo leyeron en voz alta a la clase y durante los siguientes 4 años, nunca me metí en una pelea. Excepto, por supuesto, en el tatami.
La historia apareció en las noticias de la televisión local y más tarde se difundió en periódicos de otras ciudades.
Someter a dos rufianes que le atacaron mientras repartía periódicos fue un trabajo de “aturdimiento”, según el repartidor de periódicos Gary Goltz. Gary, de 14 años, estaba ayer por la tarde delante de su casa, en Squirrel Hill, cuando vio que un vehículo se detenía en un extremo de la calle.
Un joven que parecía unos “treinta centímetros más alto que yo” y con aspecto amenazador salió del automóvil y comenzó a caminar hacia Gary. El coche siguió por la calle, pasó por delante de Gary, se detuvo y se bajó otro joven. “Ambos caminaban hacia mí”, dijo el chico del periódico. “Yo estaba justo en medio”. Uno de los jóvenes ordenó a Gary que “me diera su dinero” y le empujó cuando se negó. Gary declaró.
Sólo mide 1,70 m y pesa 112 libras, pero tenía una ventaja: tres años de entrenamiento en judo y un cinturón púrpura. “Un practicante de judo no es un bravucón, pero cuando el tipo que tenía enfrente me lanzó un puñetazo, me quedé como aturdido”, recuerda Gary. “Eso es lo que pasa cuando sabes judo”, dijo. “Todo es automático”.
“Bloqueé su puñetazo y le di una patada en la ingle”, relató Gary. “Utilicé un lanzamiento al hombro con el chico que tenía detrás”. Un tercer joven, que se había quedado al volante del carro, estaba “muerto de risa porque les di una paliza a sus dos amigos”, según Gary.
El repartidor de periódicos dijo que tenía buenas razones para no querer desprenderse de las ganancias de su ruta. Al fin y al cabo, le ayudaban a pagar su entrenamiento de judo.
Autor: senséi Gary Goltz (hachidan).