Serie Jigoro Kano: ¿Quién era realmente?

Ahora sabemos de dónde era Jigoro Kano, cuáles eran sus raíces y en qué entorno social creció. También conocemos sus primeras influencias, así como su motivación para aprender a defenderse y fortalecerse físicamente. Sabemos que era un hombre dotado de una gran inteligencia y una extraordinaria capacidad de análisis y síntesis.

Si miramos más de cerca la cronología, nos damos cuenta de que Jigoro Kano sólo tenía 22 años cuando fundó el Kodokan, aunque muchas veces lo imaginamos como un anciano, sobre todo porque su retrato más famoso es el que se encuentra en muchos dojos de todo el mundo, una imagen que lo muestra hacia el final de su vida.

Tendemos a olvidar lo extraordinario que fue que pudiera crear una actividad como el judo a una edad tan temprana. Una vez más, conocer los orígenes, el entorno social, las influencias y las motivaciones de Kano nos ayuda a comprender cómo este gran hombre consiguió sentar las bases de una actividad que aún hoy conocemos, aunque ha seguido evolucionando con el tiempo, hasta convertirla en un protagonista del movimiento deportivo internacional y olímpico.

Entender todo esto no quita la admiración que podemos y debemos tener por Kano, al contrario. La pregunta que podemos hacernos legítimamente es: ¿habríamos sido capaces a los 22 años de crear un deporte como el judo, con toda la filosofía y los valores que conlleva?

Para instaurar el judo, Kano tuvo que iniciar una verdadera revolución de las mentalidades, en el corazón de un Japón que atravesaba por profundos cambios políticos, sociales y económicos. Esta revolución está ligada a la propia naturaleza del jūjutsu de la época. Hemos visto que a finales del siglo XIX existían muchas escuelas o corrientes de jūjutsu. Todas ellas representaban el legado de siglos de guerras, batallas y conflictos, durante los cuales habían florecido las artes bélicas. Por naturaleza, los diferentes jūjutsu mantenían así una dimensión secreta, porque no había duda que el adversario conocería sus métodos de ataque y defensa. El jūjutsu no era más que una de las dimensiones de la guerra, correspondiente al arte de luchar sin armas o a veces con armas ligeras.       

Jigoro Kano, ¡cómo lo vemos hoy! Pero tenía 22 años cuando creó el judo.

Kano, que había estudiado diferentes jūjutsu, se dio cuenta de que el secretismo que rodeaba al jūjutsu ya no era apropiado. La revolución que inició consistió, por tanto, en hacer comprender que el judo, que estaba a punto de crear, estaba abierto al mayor número de personas posible y que su objetivo no era desarrollar el físico de un guerrero, sino que lo concebía como una herramienta para educar a los jóvenes. El judo pretendía popularizarse, sin estar reservado a una casta de iniciados que transmitían sus conocimientos en la sombra de los dojos ocultos a la mirada del público. Así pues, el judo adquirió desde el principio una dimensión tanto física, vinculada a la propia práctica de una actividad que construye el cuerpo, como mental, con el objetivo de transmitir valores útiles para el conjunto de la sociedad. Todavía hoy encontramos todas esas dimensiones en la práctica del judo y en los proyectos de desarrollo que se llevan a cabo tanto a nivel local como internacional.

Si nos interesamos únicamente por la dimensión física, podemos observar que las distintas formas de jūjutsu aportan parte de la respuesta a la pregunta: ¿cómo aprender a luchar sin armas? Para ganar, se puede lanzar con violencia, estrangular, inmovilizar al adversario para que ya no pueda moverse o retorcer las articulaciones para que el dolor sea insoportable. Así pues, dependiendo de la escuela concreta de jūjutsu en la que se aprenda, se podrían ejecutar todas las técnicas o sólo algunas de ellas. El objetivo del Samurai era matar o incapacitar al adversario. Por ello, algunas escuelas se especializaron en las patadas (atemi), mientras que otras se identificaron más con una forma de lucha como la que existía entonces en los cuatro puntos cardinales, en diferentes culturas.

Lo que diferenciaba las distintas formas de jūjutsu del resto de artes de combate desarrolladas en otras partes del mundo, aunque las influencias de otros lugares de Asia demostraban que la dimensión física no era la única, es que existía una vertiente mental y filosófica íntimamente ligada a la práctica del jūjutsu. No obstante, era cierto que el objetivo del jūjutsu era incapacitar al enemigo.

Entrada del templo Eishoji.

El ingenio de Kano consistió en haber sabido sintetizar todo lo que había aprendido, extrayendo lo que podía ser peligroso para la integridad física y centrándose en el aspecto mental, moral y educativo. Con Kano, el jūjutsu, con el objetivo de herir, se convirtió en una herramienta para la educación de la juventud y de emancipación: una mente sana en un cuerpo sano, en beneficio de la sociedad. Si desde el principio pensó en la educación de la juventud japonesa, rápidamente se dio cuenta de que el judo podía convertirse en una herramienta fantástica para la juventud de todo el mundo. Su apertura y su visión harían el resto.

El contexto histórico del Japón de la época contribuyó a favorecer a Kano en su planteamiento. La apertura del país a Occidente tuvo varias consecuencias. Por un lado, el país pudo beneficiarse de las nuevas aportaciones del exterior en muchos campos, pero, por otro, lo colocó en una situación de competencia que su aislamiento hasta entonces había impedido. Paradójicamente, la apertura de Japón facilitó una reorientación hacia valores ancestrales. Inspirado por lo que podía ayudar al desarrollo desde Occidente, Japón redescubrió el camino de la filosofía que lo había hecho fuerte. Estudiando atentamente lo que ofrecían otros países, los japoneses comprendieron que el arte y la moral eran inseparables. Entre estos pensadores japoneses, por supuesto, Jigoro Kano fue uno de los defensores de un enfoque que combinaba tradición y modernidad.

Templo Eishoji.

Este cambio de paradigma fue el origen de batallas filosóficas que llevaron a una parte de la población y de los dirigentes a desarrollar ideas nacionalistas. Éstas, más adelante en el siglo XX, empujaron a Japón hacia una ideología peligrosa, pero desde el principio Kano se desmarcó de este enfoque, favoreciendo el entendimiento entre las comunidades y los pueblos, un enfoque que fue la piedra angular del judo y de su enseñanza y por el que Kano siempre vivió.

Sabemos de Kano que amaba enseñar y que veía en la educación el único medio de liberar a la juventud. Más tarde, en 1916, durante una conferencia a los estudiantes de la universidad de Tokio, declaró: “Cuando era joven, al salir de la universidad, pensaba en convertirme en Primer Ministro o incluso en multimillonario. Pero convertirse en Primer Ministro, ¿no era ser un hombre inútil y no era aburrido convertirse en multimillonario? Finalmente llegué a la conclusión de que sólo a la educación dedicaría mi vida, sin lamentarme por ello. Entonces me dediqué a la enseñanza. Y así es como en el futuro construí el hombre que soy. Nada hay más notable en este mundo que la enseñanza. El conocimiento del hombre debe contribuir en gran medida a otros hombres. El conocimiento de una generación debe beneficiar a otras cien”. (fuente: Jigoro Kano, Père du Judo – Michel Mazac – Ediciones Budo, 2014)

Jigoro Kano pasó varios meses en esta sala (templo Eishoji).

Por tanto, según él, sólo a través del aprendizaje y la acumulación de conocimientos se podría concebir una sociedad más justa, para ser libres. En 1882, Kano estableció su carrera profesional y, al mismo tiempo, perfeccionó su judo, fruto de años de aprendizaje y reflexión. Ante el creciente número de alumnos que seguían sus enseñanzas, Kano decidió, en febrero de 1882, trasladarse a Eishoji. Fue en el templo del mismo nombre, que aún hoy puede visitarse, donde fundó, en mayo de ese mismo año, el Kodokan.

Se convirtió literalmente en el ‘Edificio para la Enseñanza del Camino’. Desde el principio asistieron nueve estudiantes. Así pues, Kano desarrolló el primer arte marcial moderno con un objetivo que ya no era luchar victoriosamente o luchar contra uno mismo, sino elevar a las personas para servir a la humanidad. Así nació el Judo Kodokan, justo un año después de que Kano se graduara en diferentes especialidades en la Universidad Imperial de Tokio. ¡Sólo tenía 22 años!

Autor: Nicolas Messner.
Fotografías: Nicolas Messner.
Fuente: https://www.ijf.org/news/show/the-synthesis-5