Serie Jigoro Kano: ¿Quién era realmente?

Para entender un poco mejor qué impulsó a Jigoro Kano a fundar el Kodokan y crear el judo en 1882, debemos remontarnos al pasado de Japón. A lo largo de los siglos, el archipiélago ha tenido una historia tumultuosa, como casi todos los países del planeta. Sin embargo, entre los episodios atravesados por el País del Sol Naciente, algunos tienen un papel crucial en el advenimiento del judo.

El primer periodo que nos interesa es el de Yamato, que abarcó desde el año 250 hasta el 710 de nuestra era. Durante estos primeros siglos de desarrollo, Japón comenzó a estructurarse en forma de Estado. La región de Kansai, en el sur de Honshu, la isla principal de Japón; surgió como centro político. En su centro, surgió la ciudad de Kioto.

A partir del siglo VI, el budismo, que se extendió desde China y Corea, alteró profundamente la vida social y política de los japoneses, mientras que las artes también recibieron una fuerte influencia.

Entre los siglos VIII y XII se desarrolló la cultura imperial. Si las influencias continentales seguían siendo marcadas, poco a poco Japón fue emancipándose de ellas. A medida que se generalizaba la figura del Emperador, los jefes de clanes adquirían cada vez más importancia y quien dice clanes, dice conflictos entre ellos. Esta inestabilidad causó grandes sufrimientos al pueblo mientras crecía la inseguridad, lo que dio lugar a la creación de una clase social de guerreros, los bushi, que literalmente significa “caballero guerrero”.

Es importante no confundir bushi y samurái. El primero designa generalmente a todos aquellos que portaban la katana (espada japonesa) y hacían del combate una forma de vida. El segundo designa a los bushi de alto rango social, empleados por la nobleza, mientras que una tercera categoría, los ronin, designa a los samuráis que no tenían maestro. Así, por ejemplo, un samurái podía convertirse en ronin al morir su maestro.

Para completar este glosario simplificado antes de sumergirnos en la historia de Japón, debemos definir qué es un ninja. Se trata de un tipo de guerrero especializado en el combate no convencional, como la infiltración, el sabotaje y el asesinato.

Los periodos que nos interesan especialmente estaban aún por llegar y tenían sus raíces en la Edad Media japonesa, que se extendió entre los siglos XII y XVI. Tras la guerra de Genpei, en 1185, Japón se encontró bajo el control de un gobierno ajeno a la corte imperial: el bakufu, que tenía su sede en la región de Kantō, todavía en Honshu pero en una zona que hoy tiene a Tokio como centro.

El bakufu era un gobierno guerrero, en el corazón de lo que los historiadores llaman el periodo Kamakura. Este periodo, que comenzó en 1185 y terminó en 1333, vio el advenimiento político del shogunato Kamakura. Fue la primera parte de la Edad Media. En la segunda parte, el periodo Sengoku, o periodo de las provincias en guerra, puso fin a la Edad Media. Estuvo marcado por grandes turbulencias y una inestabilidad crónica, tanto social como política. Las intrigas y los conflictos militares eran permanentes.

Japón se fragmentaba, y cada provincia quedaba bajo el control de un daimyō (‘gran nombre’), que se podría comparar con condes, duques o señores europeos. En este contexto perturbado, la reunificación política, que parecía imposible, se logró sin embargo gracias a varios líderes militares sucesivos: Oda Nobunaga, Toyotomi Hideyoshi y luego Tokugawa Leyasu. El tercero utilizó toda la panoplia de la intriga para lograr sus fines.

Este periodo de la historia japonesa fue especialmente oscuro y violento. Corresponde a la edad de oro de los samuráis, que desarrollaron un increíble catálogo de técnicas de lucha a caballo, con armadura, con o sin armas, en combate cuerpo a cuerpo y mucho más. Estos guerreros, idealizados más tarde en el imaginario colectivo, eran a menudo sanguinarios y no tenían escrúpulos en masacrar a sus adversarios e incluso a la población civil, para ganar territorios y riquezas, como ocurría también en el resto de Europa.

La seguridad ya no existía. Samuráis, ronins y ninjas libraban guerras despiadadas. También participaban grupos de Ikkō-ikki, compuestos por campesinos, monjes budistas, sacerdotes sintoístas y nobles japoneses locales sin riquezas, que se sublevaron contra la autoridad y la violencia de los samuráis.

Es, por tanto, en esta vorágine de violencia donde nacieron la mayoría de las técnicas de combate que se encontraban en los distintos estilos de jūjutsu, con el único objetivo de ponerse fuera de peligro del adversario y en la mayoría de los casos, matarlo.

Tras 150 años de guerra civil, Japón recuperó por fin la paz. La era del shogunato Tokugawa se inició a principios del siglo XVII, se llamaría periodo Edo. Al principio se fomentó la apertura al extranjero, pero poco a poco el gobierno de Japón se encerró en sí mismo y se cerraron las fronteras, el país quedó aislado. A pesar de todo, este aislamiento se correspondió con un fuerte crecimiento demográfico y económico hasta principios del siglo XVIII. El neoconfucianismo procedente de China estructuró la vida en sociedad. Aparecieron nuevas formas artísticas, como el kabuki, que aún hoy puede admirarse.

Sin embargo, una parte de la población fue objeto de un profundo cuestionamiento: los guerreros japoneses, samuráis y otros ronins y ninjas, ¿qué hacer con ellos? Habiendo desaparecido su razón de vivir, el combate, tenían que encontrar un nuevo camino. Decidieron concentrarse en la dimensión filosófica del combate, en la pertenencia a una casta, en el honor y la lealtad. Empezamos a ver el desarrollo de nociones como el bushido de los guerreros y el buke-shô-hatto de los samuráis.

Ya mencionado en el pasado, pero a veces contradicho por los hechos, fue por tanto a partir de principios del siglo XVII cuando el bushido, ‘el camino del guerrero’ (bushi significa ‘guerrero valiente’ y dō, ‘el camino’) entró de lleno en la panoplia del combatiente.

Las influencias fueron muchas. Estaba el código de vida tomado del budismo, entre cuyos valores fundamentales estaban la resistencia estoica, el respeto al peligro y a la muerte. El sintoísmo reforzaba el culto religioso a la patria y al emperador, mientras que el confucianismo apoyaba la cultura literaria y artística, así como la moral social de las relaciones.

Cuando finalmente nació Jigoro Kano, en 1860, Japón estaba a punto de entrar en la era Meiji, que duró de 1868 a 1912. La era Meiji se caracterizó por el fin de la política de aislamiento voluntario de Japón y el inicio de una política de modernización del país. Se acababa el sistema feudal y Japón se abría a la industrialización al estilo occidental.

Este recordatorio histórico es importante porque nos permite comprender el contexto en el que Kano nació y vivió los primeros años de su vida. Evidentemente, estuvo muy influenciado por la historia de su país, así como por la de toda Asia. Si al principio tuvo ese espíritu de lucha de los samuráis, mientras buscaba poder defenderse del acoso del que era objeto, muy pronto comprendió que la dimensión filosófica de las artes marciales era la clave para un desarrollo armonioso de la sociedad. Las generaciones que le habían precedido habían inventado la técnica, luego la filosofía y la moral y él cimentó la combinación de todo ello: JUDO, el camino amable.

Autor: Nicolas Messner.
Fotografías: Nicolas Messner.
Fuente: https://www.ijf.org/news/show/the-influences-6