Para mi blog de esta semana comparto este artículo de Tayeba Hussein.
En primer lugar, es un viaje fotográfico de uno de mis estudiantes autistas de alto rendimiento que participaron en este evento fabuloso, organizado por Riverside Youth Judo Club (Club de Judo Juvenil de Riverside).
En octubre 2023 se celebró en Riverside, California el U.S. Adaptive Needs Judo Clinic & Championships (Clínica y campeonatos de judo para personas con necesidades de adaptación en EE. UU.)
Detective de Riverside Brian Money, creador y director del torneo y fundador del Riverside Youth Judo.
Gary Takemoto y Scott Galles ejercieron como árbitros principales.
Muestra de buena deportividad.
¡En el podio!
NIÑOS CON TEA (TRASTORNOS DEL ESPECTRO AUTISTA) APRENDEN TÉCNICAS DE AUTODEFENSA EN EL PROGRAMA DE JUDO FAMILIAR PARA EL AUTISMO.
Niños con trastorno del espectro autista tienen la oportunidad de participar con su familia en clases de judo todos los sábados en el Centro de Innovación en Rehabilitación del Colegio de Profesiones y Ciencias de la Salud. Niños que han sido diagnosticados con un trastorno del espectro autista llenan los pasillos del Centro de Innovación en Rehabilitación del CHPS y se ponen sus gis de judo a la espera de hacer lanzamientos junto a un maestro de judo cinturón negro de quinto grado todos los sábados por la tarde.
Una vez por semana, durante 45 minutos, niños a partir de siete años tienen la oportunidad de participar en una clase de artes marciales de 16 semanas de duración que les enseña técnicas básicas de autodefensa. La Dra. Jeanette García, directora e investigadora principal del programa, señala que el programa Judo Familiar para el Autismo pretende influir y beneficiar a los niños con autismo de diversas maneras, entre ellas mejorando sus patrones de sueño y sus habilidades de interacción social.
Judith Samuels, especialista en trastornos autistas y directora del programa, colaboró junto a García para establecer el programa de judo. Samuels señala que gran parte de su inspiración para desarrollar este programa fue gracias a su propio hijo, quien fue diagnosticado con TEA. «Cuando diagnosticaron a mi hijo, realmente no había servicios ni apoyo de ningún tipo, así que me lancé de lleno, volví atrás, cambié de carrera profesional, de escuela, de todo, y terminé trabajando en este campo como profesional del autismo», explicó Samuels.
«Debido a que había recursos tan limitados, una de mis principales metas era aumentar y desarrollar estos recursos en nuestras comunidades». Samuels explica que el Centro de Autismo y Discapacidades Relacionadas de la UCF (Universidad de Florida Central) es un programa financiado por el estado a través de la legislatura, y hay siete de estos centros en el estado de Florida. También menciona que en el centro de la UCF se atiende actualmente a más de 19.000 personas.
Samuels explicá que el Centro de Autismo y Discapacidades Afines de la UCF desarrolla programas, como el de judo, para los habitantes de siete condados de Orlando y sus alrededores. Señala que estos condados incluyen Orange, Osceola, Seminole, Sumter, Lake, Brevard y Volusia. Samuels explica que más allá de las cuestiones de comportamiento, la intervención temprana es importante para las personas con autismo debido a que muchos niños tienen que empezar a tomar medicamentos que a menudo causan aumento de peso.
«Comienzan a ganar peso, comienzan a aumentar de peso en edades tempranas, y luego en edades adultas son obesos, y claro, para ese momento, es difícil cambiar los hábitos alimentarios o los hábitos de ejercicio. La mayoría de ellos tienen estilos de vida sedentarios porque no tienen amigos», señala Samuels. Sin embargo, afirma que los programas deportivos diseñados para personas con TEA facilitan que los niños autistas sean sociables y hagan amigos. Asegura que muchos padres nunca pensaron que fuera posible un progreso semejante para sus hijos. «Vimos una disminución de ciertos comportamientos, mejores habilidades de comunicación y, lo que es más importante, sintieron que pertenecían a un grupo», señala Samuels.
García señala que el Colegio de Profesiones y Ciencias de la Salud ha estado trabajando en varios ensayos de este programa en colaboración con el Centro de Autismo y Discapacidades Relacionadas de la UCF. Indica que el primer ensayo tuvo lugar en el verano de 2018 como un pequeño programa de 8 semanas que incluía solo niños. García señala que este ensayo inicial sirvió como un «estudio de viabilidad» que permitiría a su equipo obtener una comprensión de si el judo funcionaba de manera efectiva para los niños autistas y para ver si incluso disfrutaban practicarlo. «Para mí, es muy importante que a los niños les guste», afirma García. «Si no les gusta, no tiene sentido». Desde la primera prueba del programa de judo, García asegura que su equipo ya podía ver un impacto sustancial en los participantes midiendo y evaluando el nivel de cambio en ciertos comportamientos.
«Utilizamos acelerómetros, como Fitbits (Bandas inteligentes), para medir su actividad física. También observamos su sueño durante estos estudios ya que casi el 90% de los niños con autismo, tienen problemas de sueño, y el judo, que es una actividad de cuerpo y mente, mejora; según se considera, los resultados del sueño», señala García.
Además, García señala que su equipo entrevistó a los padres para hacerse una idea de cómo beneficiaba el judo a la vida familiar de los niños. «Según los padres, los niños hablaban más entre ellos, hablaban más con sus padres, tenían más confianza y disfrutaban realmente del programa». García explica que el Centro de Innovación en Rehabilitación del CHPS ejecutó el programa por segunda vez en el verano de 2019 y una vez más en la primavera de 2020, pero a mitad de esa primavera, el programa tuvo que hacer una transición a un entorno virtual a través de Zoom debido a la pandemia del COVID-19. Garcia afirma que la versión remota del programa tenía ventajas y limitaciones en cuanto al impacto en los niños.
«No era tan bueno porque no había compañeros, y no podían practicarlo con alguien, aunque algunos niños que sufrían de más ansiedad social en realidad preferían el judo a distancia, y tenían menos miedo de hacerse daño», explica García. Garcia quería que los niños siguieran participando en el programa una vez que pudieran regresar a un entorno presencial, lo que significaba que tendrían que hacerlo de alguna manera más habitual para los niños, lo que les llevó a considerar la posibilidad de convertirlo en un programa familiar.
«Las investigaciones demuestran que, si los padres realizan actividades con los niños, es más probable que continúen realizándolas ya que lo están haciendo en familia», explica García. En la primavera de 2022, García indicó que su equipo de investigación llevó a cabo otro estudio de viabilidad para ver qué tan involucrados estarían los padres en el programa y cómo la participación de los padres impactaría a sus hijos en el espectro. Señala que realizaron dos sesiones por semana durante 15 semanas, siendo una sólo para niños y otra incluyendo a la familia.
«La asistencia era mucho mayor en el programa familiar porque lo veían como una prioridad, una actividad familiar», explica García. «Con la clase de sólo niños, podían faltar más a menudo, por alguna obligación familiar; pero en la clase familiar, el judo era una obligación familiar, de manera que no faltaban».
García señala que los beneficios del programa familiar eran mucho mayores que los del programa de niños únicamente, dado que los padres estaban familiarizados con los comportamientos de sus hijos, podían ayudar y corregir de manera personal las técnicas de sus hijos. Añade que los padres también estaban contentos de tener la oportunidad de relacionarse con sus hijos, tanto en clase como en casa, donde podían practicar las habilidades aprendidas.
Después de ver lo satisfechos que estaban los participantes con el programa familiar de la primavera anterior, García indicó que su equipo descartó la sesión de únicamente niños para la próxima primavera y convirtieron el programa en un programa totalmente familiar.
En los primeros años que ser realizó el programa, hubo muchos menos fondos destinados a la iniciativa. García explica que el programa recibió una donación de $7,500 del Centro Internacional de Lectura Morgridge y del Instituto de Educación Excepcional Toni Jennings para las primeras pruebas del programa. Sin embargo, el año pasado el programa recibió una donación de aproximadamente $90,000 de la Orden Fraternal de las Águilas.
García indica que este dinero se destina a pagar a los instructores de judo del programa, a proporcionar refrigerios y refrescos a las familias y para comprar gis de judo auténticos, además de ofrecer la clase gratis a sus participantes.
García señala que el equipo del programa actualmente está solicitando subsidios aún mayores con la esperanza de hacer que el programa dure todo el año. García y su equipo afirman que es importante comprar gis de judo para los niños, el uniforme tradicional que se usa en los entrenamientos y competiciones de judo. Añade que los uniformes han sido muy beneficiosos a la hora de observar mejoras en los niños.
«A los niños les encantan los gis. Algunos de ellos tienen problemas de sensibilidad y no quieren que los toquen, pero cuando llevan los gis de judo, no les importa», explica García. Añade que los diferentes elementos del programa siguen cambiando de año en año porque es importante que el programa se lleve a cabo de la manera que beneficie más eficazmente a los niños. Además de estudiar los cambios y los resultados, García señala que su equipo entrevista a las familias para conocer sus puntos de vista sobre cómo ha funcionado el programa.
«Ajustamos las cosas en función de lo que piensan las familias. Si tienen problemas con algo y hacen sugerencias, las tomamos muy en serio. Adaptamos el programa en base a sus observaciones», afirma García.
García asegura que el programa ha tenido un impacto en las vidas de los niños participantes que va más allá de lo que podrían haber imaginado. «Los padres me cuentan historias sobre cómo sus hijos sufrían de bullying, pero luego se defendieron porque se sentían más seguros de sí mismos al aprender judo. Es fantástico escuchar historias así», afirma García.
Samuels explica que un factor del programa de judo que ha sido de beneficio para el progreso de sus participantes es el sensei que imparte la clase. Añade que el programa ha tenido el mismo instructor desde la primera prueba del programa en 2018, lo que también ha ayudado con la consistencia entre algunos de los participantes que regresan cada primavera.
«Sasaki es realmente especial. No todo el mundo puede lograr lo que él hace. Tiene un don especial para los niños y para trabajar con ellos. Sasaki es un natural con los niños. Le tienen un gran respeto y le admiran», afirma Samuels. El sensei Shinjiro Sasaki es cinturón negro de quinto grado en judo y propietario de la escuela de judo Sasaki en Casselberry. Sasaki afirma que lleva enseñando judo desde que emigró a Estados Unidos hace 12 años, y que toda su vida gira en torno al arte del judo.
Sasaki señala que nunca ha tenido otro trabajo aparte del judo y que creció en Japón sólo con ese deporte. Añade que el judo es lo único que puede dar a los demás. Sasaki relata que se trasladó a Estados Unidos con la esperanza de reiniciar su vida y que quería ir al lugar más alejado posible de Japón, aunque eso significara cambiar su idioma. Por eso vino a Florida.
Sasaki relata que inicialmente empezó a tomar clases de inglés, pero no vio ningún progreso. Entonces empezó a asistir a prácticas de judo en una escuela de artes marciales estadounidense, lo que, según él, tuvo el mayor impacto en sus conocimientos de inglés. Después de esto, pudo empezar a enseñar judo por sí mismo.
Sasaki asegura que ha visto grandes mejoras en los niños del programa. Añade que durante las primeras clases tenía que convencer a los niños para que salieran del pasillo y entraran al tatami, pero ahora lo esperan en el tatami a la espera de que empiece la clase. Sasaki señala que sólo ha habido un reto a la hora de enseñar a niños del espectro autista.
«La dificultad es la comunicación. No la técnica, sino la comunicación. Si te comunicas (con) cada alumno, te acercas a ellos, y ellos observan y comprueban su habita, y entonces puedes enseñar técnicas», afirma Sasaki. «Mi estilo es que enseño técnicas a todos delante de ellos, pero después observo a cada alumno.
Esa es la clave». afirma Sasaki, añade que la incorporación de la familia ha permitido mejorar la confianza de los niños. «Este programa es bueno porque los padres ayudan a sus hijos. Los niños tienen miedo. En cuanto se asustan, no pueden hacer nada. El mero hecho de tener a sus padres ayuda mucho», afirma Sasaki. En el programa Judo Familiar para el Autismo Junto a Sasaki, trabaja Izaya Farrar, cinturón negro en judo, a quien los niños llaman Sensei Izaya.
Farrar relata que conoció el judo hace varios años, cuando asistió temporalmente a la UCF y se unió al Club de Judo de la universidad. Añade que Sasaki era el instructor en ese momento, y así es como los dos llegaron a trabajar juntos. «No tenía ni idea de lo que era el judo. Fui a la UCF, miré la lista de clubes y vi el de judo. Tomé una clase y, siete años después, soy cinturón negro», afirma Farrar.
Farrar señala que cuando Sasaki acudió a él por primera vez y le pidió ayuda para impartir el programa la primavera anterior, no sabía qué esperar. Sin embargo, se mostró sorprendido por los resultados finales. «Siempre me impresionan mucho los progresos que se hacen. El progreso que hacen desde el primer día hasta el final es una locura», afirma Farrar. «Ver a estos chicos pasar de estar asustados y no querer agarrar a nadie a querer pelear conmigo y lanzarme al suelo tan fuerte como puedan es realmente impresionante».
Farrar relata que él es el «dummy» (muñeco) con el que trabajan los niños para practicar las técnicas que requieren contacto físico luego de haber aprendido las técnicas básicas. «Primero aprenden técnicas que no requieren de otra persona, como el juego de pies. Luego me lanzan, todo el mundo me proyecta. Luego llegan a la parte en la que realmente hacen sparring y combaten, combaten contra mí».
«Cada vez que llego a clase, me dicen: ‘Quiero lanzarte’. Izaya, ¿puedo lanzarte? ¿Puedo lanzarte? Y entonces, para el final de la clase, estoy empapado en sudor porque todo el mundo me ha estado proyectando. Es una sensación genial». Al igual que Sasaki, Farrar también señala que un obstáculo con el que se ha encontrado al enseñar a niños con autismo es que a veces se «apagan», pero como tienen a miembros de su familia que actúan como sistema de apoyo, los niños son capaces de superar el obstáculo a lo largo del programa.
«He podido observar a uno de los niños, se llama Isaac, cuando sentía que había demasiados ojos sobre él, se apagaba y no quería hacer nada. Ahora me mira y sólo quiere lanzarme todo el tiempo. Puedo ver cómo se ha ido sintiendo cómodo», afirma Farrar. Isaac Levine, de 12 años, participa por segundo año en el programa familiar de judo del Centro de Autismo y Discapacidades Relacionadas de la UCF. Su padre, Jason Evans, dijo que está feliz de ver cómo el programa beneficia a Isaac y a su familia. «Le encanta, y le da algo desafiante que le gusta hacer, y puedo sacarlo de los videojuegos con bastante rapidez», señala Evans. «Ya había probado las artes marciales antes y no había tenido mucho éxito, pero ahora está mucho mejor. Ha sido estupendo». Y Evans no es el único padre satisfecho con el programa.
Cindy McElhinney, madre de Katryna McElhinney, de 20 años, afirma que el impacto que el programa de Judo Familiar para el Autismo ha tenido en su hija es «increíble». «Es muy tímida, pero te diré que el programa de judo le ha abierto mucho socialmente. Antes jugaba mucho con su teléfono, pero el hacer actividades con el programa de judo la ha ayudado a salir de eso. Ahora le gusta hablar con las personas y conocerlas, cosa que antes le costaba hacer porque era muy tímida», expresó McElhinney.
McElhinney explica que tuvo conocimiento del Centro de Autismo y Discapacidades Afines de la UCF al principio de la vida de su hija y que lleva muchos años colaborando con el centro. Añade que le gusta tomar ventaja de muchos de los programas que tienen para ofrecer. «Realmente los recomiendo», expresa McElhinney al referirse al Centro de Autismo y Discapacidades Afines de la UCF.
McElhinney relata que su familia se enteró del programa de judo a través de un boletín informativo que envía virtualmente el Centro de Autismo y Discapacidades Relacionadas de la UCF todos los meses. Añade que su hija ha estado participando en el programa de judo desde 2019 y espera seguir participando en años futuros. «A ella le encanta, tanto que ha comenzado a tomar clases de japonés en línea», comentó McElhinney. «Creo que es simplemente un programa fantástico. Espero que lo continúen».
Autor: Sensei Gary Goltz.
Fotografías: Sensei Gary Goltz.
Fuente: https://www.blackbeltmag.com/judo-blog-autism-and-judo